El papa Francisco pidió este sábado al mundo una “buena política” que actúe como “antídoto a las polarizaciones” y al “escepticismo” frente a un “retroceso de la democracia” a nivel global, al hablar en el Palacio Presidencial de Atenas, a la que denominó como la “cuna de la democracia”; en el primer día de su visita a Grecia.
“Aquí grandes historiadores se apasionaron narrando las historias de los pueblos cercanos y lejanos. Aquí, según la conocida afirmación de Sócrates, tuvo comienzo el sentirse ciudadanos no sólo de la propia patria, sino del mundo entero”, planteó el pontífice al reunirse en la capital griega con la sociedad civil y el cuerpo diplomático acreditado en el país europeo, en la segunda etapa del viaje que inició el jueves en Chipre.
“Ciudadanos, aquí el hombre tomó conciencia de ser un animal político y, como parte de una comunidad, vio en los otros no sólo sujetos, sino ciudadanos con los que organizar juntos la polis”, agregó luego Francisco, tras las reuniones que mantuvo con la presidenta y el premier del país, Katerina Sakellaropoulou y Kyriakos Mitsotakis.
En un discurso con citas a los pensadores clásicos y referencias a la literatura griega, Jorge Bergoglio destacó la historia de la capital helénica y aseguró: “Aquí nació la democracia. La cuna, milenios después, se convirtió en una casa, una gran casa de pueblos democráticos: me refiero a la Unión Europea y al sueño de paz y fraternidad que representa para tantos pueblos”.
“Sin embargo, no se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no sólo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia”, planteó luego, en medio de la gira mediterránea con la que busca llamar la atención de Europa para una política migratoria más abierta.
La democracia, argumentó el pontífice argentino de 84 años, “requiere la participación y la implicación de todos y por tanto exige esfuerzo y paciencia; la democracia es compleja, mientras el autoritarismo es expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes”.
De todos modos, expresó el Papa, “en diversas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el malestar conducen a una suerte de escepticismo democrático”.
“Sin embargo, la participación de todos es una exigencia fundamental, no sólo para alcanzar objetivos comunes, sino porque responde a lo que somos: seres sociales, irrepetibles y al mismo tiempo interdependientes”, indicó Francisco, que ya había dedicado su última encíclica, Fratelli tutti, a la política como “forma elevada de caridad”.
En un marco en que movimientos autopercibidos como antipolítica crecen en varios países del mundo, el Papa aseveró que “también existe un escepticismo, en relación a la democracia, provocado por la distancia de las instituciones, por el temor a la pérdida de identidad y por la burocracia”.
“El remedio a esto no está en la búsqueda obsesiva de popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de promesas imposibles o en la adhesión a abstractas colonizaciones ideológicas, sino que está en la buena política”, planteó en ese marco, en uno de los discursos más fuertes de la gira en la que es acompañado por un enviado de Télam a bordo del avión papal.
“Porque la política es algo bueno y así debe ser en la práctica, en cuanto responsabilidad suprema del ciudadano, en cuanto arte del bien común”, enfatizó Bergoglio.
“Para que el bien sea realmente participado, hay que dirigir una atención particular, diría prioritaria, a las franjas más débiles. Esta es la dirección a seguir, que un padre fundador de Europa indicó como antídoto para las polarizaciones que animan la democracia, pero que amenazan con exasperarla”, indicó, parafraseando al italiano Alcide De Gasperi.
Según Bergoglio, “en este sentido, es necesario un cambio de ritmo, mientras cada día se difunden miedos, amplificados por la comunicación virtual, y se elaboran teorías para oponerse a los demás”, planteó en una renovada crítica a algunos discursos promovidos desde las redes sociales.
“Ayudémonos, en cambio, a pasar del partidismo a la participación; del mero compromiso por sostener la propia facción a implicarse activamente por la promoción de todos”, convocó.
En su discurso, pidió además que esa “participación” sirva como motivación en otros frentes como clima, pandemia, mercado común “y sobre todo en las pobrezas extendidas”.
“Son desafíos que piden colaborar de manera concreta y activa, lo necesita la comunidad internacional, para abrir caminos de paz a través de un multilateralismo que no sea sofocado por excesivas pretensiones nacionalistas”, fue la invitación papal.
“Lo necesita la política, para poner las exigencias comunes ante los intereses privados”, enfatizó.
Francisco, en línea con el mayor hilo conductor de su gira mediterránea, lamentó además en su discurso los “egoísmos nacionalistas” europeos que frenan a inmigrantes.
“Este país, caracterizado por la acogida, ha visto arribar en algunas de sus islas un número mayor de hermanos y hermanas migrantes que el de los mismos habitantes, aumentando de ese modo los problemas, que todavía se ven afectados por las dificultades que trajo consigo la crisis económica”, aseveró el Papa en su primer discurso en suelo griego.
En medio de sus denuncias de las últimas horas de que el mar que baña las costas europeas se está convirtiendo “en el cementerio más grande del mundo” con “centros de refugiados que parecen campos de concentración”, el pontífice enfocó sus críticas en la gestión migratoria del bloque continental
“Pero también las demoras europeas perduran. La comunidad europea, desgarrada por egoísmos nacionalistas, más que ser un tren de solidaridad, algunas veces se muestra bloqueada y sin coordinación”, criticó en esa dirección.
Para Francisco, “si en un tiempo los contrastes ideológicos impedían la construcción de puentes entre el este y el oeste del continente, hoy la cuestión migratoria también ha abierto brechas entre el sur y el norte”.
En esa línea, Francisco regresará mañana a la isla griega de Lesbos, símbolo del drama migratorio del Mediterráneo, en la que ya estuvo en abril de 2016 en un viaje del que luego regresó a Roma con 12 refugiados de tres familias sirias a los que el Vaticano ayudó a alojar en la capital italiana.
El pontífice viajará a Lesbos desde Atenas a las 9.15 locales (4.15 de Argentina) para dirigirse de inmediato al campo de refugiados de Mavrovouni, o Moria 2, donde sobreviven unas 2.500 personas, el 60% de ellas de Afganistán.
El gigantesco campo de Moria, que visitó en 2016 y en el que se alojaban unos 10.000 migrantes, fue destruido por un incendio en 2020, por lo que muchos de ellos fueron relocalizadas al centro en el que el Papa hablará este domingo en torno a las 11 locales (6 de la Argentina), frente a un grupo de 200 personas y tras escuchar los testimonios de un refugiado y de un voluntario.